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Apropiación indebida

Hay palabras que, a menudo, suelen ser acaparadas por ciertos movimientos sociales, como ha pasado, hasta no hace mucho, aquí en nuestra España querida; la palabra patria, y sus derivados que ha sido secuestrada, por los partidarios (y sus herederos) del movimiento totalitario impuesto por el dictador Franco, siendo considerado antipatriota (o traidores a la patria), todo lo que se salía del concepto que ellos defendían.

Pues hay otro movimiento, que está secuestrando una palabra a nivel internacional, y que, curiosamente, confunde a todos los que se oponen a sus actos, cuando son precisamente ellos los que se comportan como lo que significa la palabra.

Si partimos de la base, de la palabra en sí misma, se refiere a un grupo de lenguas llamadas semíticas, que son, entre otras, el arameo, el árabe y el hebreo, que serían las que hablan los descendientes del hijo Noé, Sem, y que no tiene nada que ver con conceptos étnicos.

La acepción de la palabra semítico fue usada, por lingüistas, entre 1850 y 1876, que siguió distinguiendo dos tipos de lenguas: la semítica y la “aria”, vocablo que utilizó en lugar del término indoeuropeo; Pero en ningún momento estos académicos lingüistas identificaron grupos lingüísticos con grupos étnicos o razas.

En la segunda mitad del siglo XIX, en el imperio alemán los judíos, convertidos en objeto de ataque preferido de las ideologías racistas, acuñándose el término antisemitismo, entre 1870 y 1880, para dar nombre a una visión del mundo que veía los fundamentos de todo desarrollo cultural en la diferenciación y la lucha entre lo “ario” y lo “semita”.

En 1886, Édouard Drumont, señala a la raza inferior de los judíos que pretende dominar a la «raza aria», tomando una acepción racial, la palabra antisemita, cada vez mayor hasta la aparición de Mein Kampf (Mi Lucha) de Adolf Hitler. Culminando en 1945 con la derrota del III Reich de la Alemania nazi, se generaliza el uso, del llamado antisemitismo, para designar la limpieza étnica desarrollada durante la 2.ª Guerra Mundial contra los diversos grupos étnicos, políticos y sociales: poblaciones eslavas, gitanos, testigos de Jehová, homosexuales, opositores políticos, miembros de la masonería, prisioneros de guerra, discapacitados físicos y mentales y, especialmente, a los judíos, en lo que posteriormente se denominó Holocausto.

Por lo tanto, el término semita y antisemitismo se entiende como una distinción racial, dentro del contexto de una Europa de mayoría indoeuropea; pero en la zona de Oriente, donde todos sus pobladores son propiamente semitas; son precisamente, los nuevos pobladores sionistas, los que están llevando a cabo el genocidio antisemita de los pobladores originarios de la zona.

Desde estas líneas, reivindico la diferenciación entre las palabras “antisionistas” y “antisemitas” ya que, el sionismo, es una variación de la supremacía aria del pasado, pero dando la supremacía étnica a los judíos pobladores de la “Tierra Prometida”.

Al igual que, poco a poco, hemos recuperado la palabra patria, para que sea común a todos los españoles, y no a los que ganaron en la guerra civil, tras el golpe de Estado de 1936, tenemos que diferenciar entre sionismo y semitismo, o mejor dicho entre antisemitismo y antisionismo.

Una aclaración; es preciso también, no confundir sionismo con judaísmo, ya que no todos los judíos son sionistas, y tampoco hay que confundir Israel con el sionismo, porque el sionismo es el fascismo judío, o sea la corriente de supremacía étnica y religiosa de los judíos.

Estamos rodeados

Aunque no nos metamos en ningún lío, siempre hay quien la arma por nosotros, en estos momentos si no teníamos bastante con el Sr. Putin, ahora va y la está armando el Sr. Netanyahu.

No tiene suficiente con desatender todas y cada una de las resoluciones de la O.N.U., que ahora está intentando que el conflicto se internacionalice, tras el ataque a la embajada de Irán.

Ya no sabemos a quién hay que temer más, si al prepotente e irresponsable de Putin y sus secuaces con ansias de poder imperialista, que amenazan a toda Europa; o al sionismo que dirige Netanyahu, con el genocidio que está llevando a cabo en Gaza, y que ahora al comprobar que la población de Israel le está dando la espalda, abre un nuevo frente atacando a la embajada de Irán; donde por cierto, también está al mando de la nación un excéntrico y fanático Ebrahim Raisi.

Y en medio de todo esto tenemos a la inoperante organización de la ONU, incapaz de cumplir con su cometido de solucionar conflictos internacionales, que es el propósito de su creación.

Como decía Edmund Burke “Para que triunfe el mal, solo basta con que los hombres de bien no hagan nada”.

Y ¿qué es lo que podemos hacer? Porque no es con la violencia, con lo que se lucha contra la violencia. Debemos separar la paja del grano. No es el pueblo ruso el que está en guerra contra Ucrania, son sus mandatarios, el Sr. Putin y sus secuaces los que han declarado la guerra a Ucrania y amenazan con su armamento a Europa. Tampoco es el pueblo de Israel el que está masacrando al pueblo de Gaza, son los sionistas que gobiernan Israel los que en represalia al atentado de Hamás está castigando a toda la población de Gaza.

Si no hacemos esta distinción, caemos en la confusión que está haciendo el sionismo en la población de Gaza, al considerar a toda la población como enemigo.

Apoyando a los disidentes en cada uno de los estados que están guerreando y que sea desde dentro de cada estado los que digan “NO A LA GUERRA”, porque siempre la mayoría de la gente pretende vivir en paz, pero sin saber cómo, se dejan gobernar por fanáticos que quieren controlar el mundo.

Eduardo Bellver